Lima, 5 de febrero de 2019.- Sentados sobre el césped, formando un círculo en torno a una manta con hojas de coca, agua florida y dos keros, estudiantes de Medicina, Ingeniería Ambiental, Nutrición, Arte, Psicología, entre otras disciplinas que se imparten en la Universidad Peruana Cayetano Heredia (UPCH), escuchan con atención en qué consiste la ceremonia de agradecimiento a la madre Tierra por la salud, los alimentos y la paz. Haywarikuy, por su nombre en quechua, o k’intu, su sinónimo en aimara. Todos los asistentes llevan más de cuatro meses aprendiendo estas lenguas originarias, así como shipibo konibo, gracias a un voluntariado diseñado por jóvenes talentos de Beca 18, en la modalidad Educación Intercultural Bilingüe (EIB), quienes cursan estudios en la misma universidad y provienen de las regiones de Puno, Cusco y Ucayali.
La becaria Vilma Quispe, alumna del noveno ciclo de EIB en la Facultad de Educación, cuenta que el proyecto llamado Diversidad de las Lenguas a la Luz nació como parte del VI Concurso de Promoción Social, organizado por la UPCH en el 2017. Con él, Vilma y los también becarios Rubén Yucra, Brisayda Aruhuanca, Tony Ramírez y Brígida Huahualuque buscaban enseñar temas de salud en lenguas originarias a estudiantes que, por su especialización, en breve prestarán su Servicio Rural y Urbano Marginal (Serum). Las clases se diseñaron para 20 alumnos, pero ni bien la noticia se supo en el campus unos 60 chicos se presentaron para las lecciones en quechua (variedad Cusco-Collao), aimara y shipibo-konibo, tres de las 48 lenguas originarias del Perú. Con el tiempo, el grupo empezó a recibir pedidos para nuevas lecciones, por lo que en setiembre del año pasado relanzaron la experiencia como un voluntariado, al que se incorporaron 13 becarios más.
Con el apoyo de su facultad, que les brinda aulas y materiales para la enseñanza, el grupo ha diseñado un programa curricular de un año de duración, dividido en siete módulos de cuatro sesiones de dos horas cada una, a razón de dos clases por semana en las tardes y las noches. En enero se inició el quinto módulo, y se contó con más de 50 inscritos para las lecciones de quechua, alrededor de 20 para aimara y similar número para las clases de shipibo-konibo.
“Nuestra universidad es reconocida por la enseñanza de Medicina, así que planteamos enseñarles a nuestros compañeros no solo cómo se traducen las palabras y expresiones cotidianas para atender a sus pacientes, sino también qué costumbres tenemos cuando estamos enfermos y nuestras creencias, por ejemplo, con relación a los partos. Además, en nuestras regiones la relación con la naturaleza forma parte importante de nuestra identidad, por lo que conocerlas mejora la relación entre el médico y el paciente”, precisa Vilma.
Interacción y realidad
Carmen Mamani, también talento de Beca 18 en la modalidad EIB, es una de
las voluntarias que se incorporó en setiembre pasado al equipo para
apoyar en la enseñanza del quechua. Junto a sus compañeros, no duda en
sentarse en el suelo para responder cualquier duda que tengan sus
alumnos durante una dinámica en clase y conversar con ellos, incidiendo
en la adecuada pronunciación y entonación de las palabras. Para ella, el
tiempo que le restan al descanso, pues el voluntariado no los excusa de
presentar trabajos y exámenes como cualquier otro alumno, es compensado
por la satisfacción de compartir parte de la cultura de la que se
siente orgullosa.
“Nos sentimos halagados porque el interés de los compañeros de otras facultades por nuestro proyecto se mantiene tan alto como cuando empezamos. Incluso tenemos que disculparnos con los chicos que se enteraron tarde y ya no pueden inscribirse porque no tenemos espacio. Ahora nos están pidiendo clases por WhatsApp, o que diseñemos algunas para Youtube, o que se extienda este servicio de voluntariado a Cusco y Arequipa”, asegura Carmen.
Ante la demanda, y todavía algo incrédulos por el éxito de su iniciativa, el grupo no descarta responder a algunas de aquellas solicitudes.
Sobre Beca 18
Beca 18 es una subvención integral otorgada por el Estado a jóvenes con excelente rendimiento académico y escasos recursos económicos. Permite a sus beneficiarios costear una carrera profesional completa en universidades o institutos superiores, al cubrir el costo del examen de admisión, matrícula, pensiones de estudio, laptop, útiles de escritorio, movilidad local, alimentación, alojamiento (cuando corresponda), entre otros. Ninguno de estos gastos será devuelto por el beneficiario, quien al término de su formación solo deberá comprometerse a trabajar en el Perú por el periodo mínimo de un año, ya sea en el ámbito público o privado. A través de Beca 18 se busca abordar el grave problema de la brecha de acceso a la educación superior para los sectores más pobres.
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