Lima, 19 de julio del 2019. En el hogar de los Yucra Ccahuana, una modesta familia en las alturas del distrito de Ancahuasi, provincia de Anta, región Cusco, el frío de las noches se combatía con música y versos recitados en quechua sobre la imponencia de los apus, la gratitud a la Madre Tierra y la dicha de estar vivo. Así, entre quenas, arpas y acordeones, Rubén, el mayor de cuatro hermanos, aprendió no solo la belleza de su lengua, sino también el valor de la palabra hablada.
“En cuarto grado de Primaria gané mi primer concurso escolar declamando una poesía por el aniversario de Ancahuasi. Declamaba en cada actuación hasta Tercero de Secundaria, cuando empecé a escribir mis propios versos. Al llegar a Lima, empecé a recitar en la universidad y me fui haciendo conocido como ‘Cebolla’, ya que podía emocionar hasta las lágrimas a quienes me escuchaban”, cuenta este empeñoso muchacho de 21 años, quien este año termina sus estudios de Educación Intercultural Bilingüe (EIB) en la Universidad Peruana Cayetano Heredia, gracias a Beca 18.
Aunque su amor por la poesía ha crecido con los años, Rubén asegura que escogió la profesión de docente porque su principal anhelo es difundir la lengua quechua, y los versos son una excelente forma de enseñar vocabulario, conjugación y contenido. Además, en su experiencia como voluntario en un programa de enseñanza de temas de salud en lenguas originarias a alumnos de otras facultades en su universidad, ha constatado que los versos ayudan a sus estudiantes a expresarse y a interiorizar el significado de las palabras.
El resplandor de Qespiriy
En octubre del 2016, con el apoyo de la Editorial Pacarina, Rubén publicó su primer poemario, llamado Qespiriy (resplandecer, iluminar). La publicación consta de 22 poemas en quechua, y sus respectivas traducciones al castellano. Como los autores a los que más admira, Killku Warak’a (1909-1984), considerado el padre de la poesía cusqueña, José María Arguedas y César Vallejo, en Qespiriy los protagonistas son la naturaleza, el respeto a la vida, los impactos de la migración y la nostalgia por el campo.
“En agosto del 2018, presenté Qespiriy al Premio Nacional de Literatura, organizado por el Ministerio de Cultura, animado más por la oportunidad que por la posibilidad de ganar. Fue una sorpresa maravillosa obtener una mención especial en la categoría Literatura en lenguas originarias”, comenta.
Para Rubén, gracias a iniciativas gubernamentales como esta, que fomentan la revaloración de nuestras lenguas originarias, estamos ante un renacer del aprecio por el quechua en campos como el arte, la cultura y la educación. Por ello, a fin de seguir contribuyendo con su difusión, se encuentra trabajando en dos nuevos poemarios, uno íntegramente en su lengua materna y otro con versos traducidos al castellano.
“Para estos proyectos me gustaría contar con el apoyo de otros difusores de nuestras lenguas originarias. Todos juntos podríamos hacer mucho por compartir nuestras tradiciones y la importancia de mantener vivas nuestras costumbres y nuestra identidad”, afirma.