Juli, 12 de febrero del 2020. Conocida como la Pequeña Roma de América por sus imponentes arcos de piedra, que enmarcan con similar encanto amaneceres idílicos y apacibles puestas de sol, la ciudad de Juli, en la provincia puneña de Chucuito, alberga desde hace 20 años a una empeñosa jovencita, comprometida con demostrar que la educación transforma vidas. Ella es Gladys Gómez Huayta, talento Pronabec de Beca 18 y estudia Ingeniería Agrícola en la Universidad Nacional del Altiplano (UNA), destacando no solo por sus buenas notas, sino también por su propósito profesional: el uso sostenible de los recursos hídricos.
“Como ocurre con muchas regiones del Perú, buena parte de la economía de Puno depende del agro. Sin embargo, debido a las limitadas reservas de agua, cultivos como la papa, habas o quinua pueden presentar síntomas de estrés hídrico, sobre todo cuando no es época de lluvias. Es en ese ámbito donde intervenimos los ingenieros agrícolas, evaluando las condiciones del entorno para brindar alternativas sostenibles, que favorezcan no solo la producción sino la calidad de vida de las personas”, explica Gladys, quien el 2017 ganó el concurso más emblemático que organiza el Programa Nacional de Becas y Crédito Educativo (Pronabec) del Ministerio de Educación para estudios superiores, en las mejores universidades e institutos tecnológicos del país.
Como la segunda de tres hermanos, hija de una ama de casa y un albañil, Gladys empezó a trabajar desde niña para apoyar con los gastos de la casa. Sin embargo, esta responsabilidad no la alejó de los estudios, sobresaliendo durante su etapa escolar por su alto rendimiento académico, permanente sonrisa y locuacidad. Fue este espíritu, alegre e incansable, el que la sostuvo durante una etapa muy difícil, cuando, poco antes de terminar la secundaria, tuvo que trabajar en diversas casas lavando ropa, cocinando o cosechando en las chacras, debido a una enfermedad que aquejó a su papá, Hipólito.
“Eran días duros en los que a veces no teníamos ni para comer. Pero mis hijas fueron mi apoyo, las dos trabajaron conmigo para los gastos, así como para cuidar a su papá y a su hermanito. Por eso, cuando mi Gladys ganó la beca, sentí una emoción increíble, ya que al poder convertirse en profesional, sé que tendrá una vida mejor”, cuenta Rosa, mamá de la becaria, quien atesora en un cuaderno el recorte de periódico que, hace tres años, dio cuenta de que su Gladys ocupó el primer puesto del examen de admisión de la UNA.
Considerando que, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), el 37% de los puneños se encuentra en condiciones de pobreza, mientras que el 40.5% es vulnerable a ella, debido a la falta de estudios y de oportunidades de trabajo, la esperanza que esta madre deposita en la formación profesional de su talentosa hija tiene mucho sustento.
De acuerdo con la ingeniera Rosa Vargas Mamani, docente de Métodos Estadísticos para la Investigación de la UNA, la dedicación de Gladys a sus estudios –que, hasta el año pasado, cuando concluyó el quinto ciclo, la mantuvo en el tercio superior de su promoción- permite augurar un futuro brillante para la becaria. Su dominio sobre las materias de la carrera, así como las habilidades que demuestra en el laboratorio, agrega Vargas, también contribuyen a combatir prejuicios sobre la participación y el desempeño de las mujeres en especialidades de ingeniería, como la agrícola.
“Cuando yo estudié, éramos cinco o siete mujeres como máximo por promoción. En los últimos años, esto ha cambiado y ahora tenemos promociones en las que la mitad de los integrantes son mujeres. Da gusto ver a jóvenes dedicadas y empeñosas como Gladys, quienes, pese a ser tan jóvenes, demuestran estar seguras de su vocación y trabajan todos los días por sobresalir”, comenta.
Cifras del Pronabec sobre los talentos becados por el Estado en Puno ratifican la afirmación de la docente: el 55.15% (198) del total de becarios que actualmente estudia en la región (359), gracias a Beca 18, es mujer. Otro indicador interesante: la segunda carrera con la mayor cantidad de talentos estudiando es Ingeniería Ambiental (42). Es decir, en los próximos años, el Altiplano peruano contará con profesionales conocedores del territorio y entrenados para aprovechar su gran riqueza, preservándola para las nuevas generaciones.
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