Lima, 9 de agosto del 2019. En el centro poblado de Jasana Grande, ubicado en el distrito de Samán, provincia de Azángaro, región Puno, todos los agricultores y ganaderos aprenden desde muy jóvenes a valorar los cultivos y animales que la naturaleza ofrece a quienes la trabajan con dedicación. Y en el seno de la familia Callata Canaza, Eliezer, de 28 años, no solo es el más entusiasta con el buen aprovechamiento de estos insumos, sino también el primer profesional de la comunidad que ya utiliza sus conocimientos profesionales para convertir la quinua, cañihua, maca, habas y frutas locales en helados, ideales para toda estación.
Eliezer es un talento de Beca Permanencia, concurso que anualmente organiza el Programa Nacional de Becas y Crédito Educativo (Pronabec) del Ministerio de Educación para asegurar que los jóvenes sobresalientes en las principales universidades públicas culminen con éxito sus estudios. A la fecha, él acaba de terminar el sexto ciclo de la carrera de Ingeniería en Industrias Alimentarias en la Universidad Nacional de Juliaca y ha fundado, junto con otros compañeros, Helados Papi, cuyo local funciona muy cerca del campus universitario.
“Todos nuestros helados fueron elaborados con materias primas de la región, cuyos beneficios alimenticios investigamos en clases. De esta manera queremos incentivar el consumo de nuestros productos andinos y lograr que nuestros niños crezcan fuertes y sanos consumiendo alternativas saludables”, explica Eliezer.
Sacrificio y recompensa
La soltura y confianza con las que Eliezer habla sobre sus helados y demás proyectos fueron adquiridas con el tiempo, pues, según confiesa este joven talento, durante su infancia se caracterizó por ser el más tímido y reservado de los cuatro hijos de Don Román y Doña Vecintina, sus papás. Luego, en su paso por las aulas escolares, si bien se distinguió por sus buenas notas, su gran timidez lo acompañó hasta el final de su último año de secundaria. Al egresar, en el 2007, se destacó como el segundo puesto de su promoción, pero la falta de recursos y de una institución de educación superior cercana lo llevaron a decidir trabajar para ayudar con los gastos de su casa.
Tiempo después, en el 2016, gracias a unos pocos ahorros y al esfuerzo extraordinario que hicieron sus padres para darle la oportunidad de ser un profesional, Eliezer postuló e ingresó a la UNA, donde poco tiempo después se enteró del concurso Beca Permanencia. Nuevamente, su buen rendimiento académico le permitió ganar una beca, así como una renovada confianza en su potencial como estudiante y puneño comprometido con el desarrollo de su región.
“Mi proyecto de vida consiste en convertirme en una persona de bien, aportando conocimiento a la sociedad, y sobre todo a mi natal Puno. Sueño con tener más de una empresa de alimentos para poder ayudar a las personas y los niños que no tienen calidad de vida. Gracias a Beca Permanencia, que me apoyó con mi alimentación, pasajes y útiles de escritorio, ya estoy a la mitad de mi carrera y con un buen desempeño, que probablemente no sería el mismo si me hubiera tenido que preocupar porque no me alcanzaba la plata”, explica Eliezer, quien tiene previsto estudiar un doctorado para enfocar sus conocimientos en combatir la desnutrición, con productos tan atractivos para grandes y chicos como los helados.
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